Con la llegada del verano y el deseo de lograr un tono dorado en la piel, algunas personas desarrollan una obsesión por broncearse que puede volverse peligrosa: se trata de la tanorexia, una conducta adictiva aún no reconocida formalmente como trastorno psiquiátrico, pero que preocupa a especialistas por sus consecuencias físicas y psicológicas.
Quienes la padecen presentan una percepción distorsionada de su tono de piel, viéndose pálidos incluso cuando ya están bronceados, lo que los lleva a exponerse de forma excesiva al sol o a cabinas de rayos UVA, ignorando los riesgos como quemaduras, envejecimiento prematuro o cáncer de piel.
Estudios han demostrado que este comportamiento genera una liberación de endorfinas, similar a otras adicciones, y que su interrupción puede provocar síntomas de abstinencia.
Algunos signos de alerta son:
- Obsesión por mantener el bronceado.
- Malestar en días nublados.
- Aumento progresivo del tiempo de exposición al sol.
- Ansiedad si no logran broncearse.
Cómo protegerse y prevenir
Los expertos recomiendan:
- Usar protector solar SPF 30 o más, incluso en días nublados.
- Evitar cabinas de rayos UVA.
- Usar sombreros, gafas de sol y ropa fotoprotectora.
- Considerar alternativas saludables como los autobronceadores en aerosol.
- Realizar ejercicio físico, que también libera endorfinas.
- Mantener un estilo de vida saludable.
“No existe un bronceado UV saludable”, advierte la dermatóloga Deborah Sarnoff. El sol se puede disfrutar, pero con protección y sin obsesiones.