El rapero Sean Combs, conocido como Diddy, enfrenta este viernes en Nueva York una de las audiencias más decisivas de su vida. Aunque logró evitar la cadena perpetua tras ser absuelto de los cargos más graves, aún podría recibir hasta 20 años de prisión por dos delitos relacionados con el transporte de personas para la prostitución.
El juez Arun Subramanian deberá escuchar a víctimas y defensores, en un proceso marcado tanto por acusaciones de abusos como por cartas de apoyo de familiares y allegados.
Entre los testimonios más impactantes está el de la cantante Cassie Ventura, expareja del artista, quien denunció años de coerción y abusos en los llamados “freak offs”, orgías organizadas por Combs con drogas y trabajadoras sexuales. Cassie pidió al juez que la condena refleje la magnitud del daño sufrido. Otras mujeres, como Capricorn Clark y una asistenta identificada como “Mia”, también solicitaron una sentencia ejemplar.
La fiscalía, en sintonía con estos testimonios, exige al menos 11 años de cárcel, alegando que Combs “no muestra arrepentimiento y justifica sus abusos como parte de relaciones tóxicas”.
La defensa, en contraste, reclama que se le imponga una pena de no más de 14 meses, periodo que Combs ya habría cumplido casi en su totalidad desde su arresto en septiembre de 2024. Presentó cartas de apoyo de familiares, la rapera Yung Miami y hasta de Virginia Huynh, una de las mujeres que figuraba como presunta víctima, quien aseguró que el artista ha reconocido sus errores y busca cambiar.
La decisión de este viernes no solo marcará el futuro de Combs, de 55 años, sino que también se inscribe en el debate sobre el abuso de poder y la rendición de cuentas en la industria del entretenimiento.
