El abismo que separa la situación de los adultos mayores en España y Argentina refleja dos modelos antagónicos de gestión social. Mientras el país europeo avanza con iniciativas tecnológicas que promueven la integración intergeneracional, Argentina enfrenta una crisis que ha llevado a sus jubilados a las calles, donde son recibidos con gases lacrimógenos y balas de goma.

España apuesta por la conexión humana
La aplicación "Adopta Un Abuelo", lanzada en 2016, ha transformado la experiencia de envejecer en España mediante un modelo simple pero efectivo: conectar voluntarios jóvenes con personas mayores para compartir tiempo, paseos y celebraciones. El resultado es contundente: más de 10.000 ancianos "adoptados" que han visto mejorar su calidad de vida gracias a vínculos afectivos que combaten la soledad.
Esta iniciativa se enmarca en un país donde el 20% de la población supera los 65 años, cifra que alcanzará el 25% para 2035, según el Instituto Nacional de Estadística. A pesar de los desafíos demográficos, el sistema español mantiene pensiones medias de aproximadamente 1.200 euros mensuales, aunque persisten brechas regionales y de género.

Argentina: cuando envejecer se convierte en pesadilla
A 11.000 kilómetros, la realidad argentina es radicalmente distinta. Los jubilados, que representan el 15% de la población, enfrentan condiciones alarmantes: asilos con infraestructuras deterioradas, pensiones que no cubren necesidades básicas y un modelo que tiende a institucionalizar a los mayores en lugar de integrarlos socialmente.
La implementación parcial de la Ley de Reparación Histórica para Jubilados en 2016 —que alcanzó a menos del 37% de sus beneficiarios potenciales— evidencia promesas incumplidas en un contexto de alta inflación que erosiona constantemente el poder adquisitivo de las pensiones.
Represión como respuesta a demandas legítimas
El punto crítico de esta crisis se manifestó en marzo de 2025, cuando jubilados argentinos protestaron frente al Congreso en Buenos Aires exigiendo aumentos en sus pensiones y la restitución de medicamentos gratuitos eliminados por medidas de austeridad del gobierno de Javier Milei.
La respuesta oficial fue contundente: gases lacrimógenos, balas de goma y cañones de agua dejaron decenas de heridos. Entre ellos, el fotógrafo Pablo Grillo, quien permanece en estado crítico tras sufrir una fractura de cráneo por el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno. Este episodio ha desatado indignación generalizada y pedidos de renuncia contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Un contraste que interpela
Mientras España desarrolla tecnología para tender puentes entre generaciones, Argentina evidencia una fractura social donde los jubilados son reprimidos por reclamar derechos básicos. Este contraste no solo refleja diferentes políticas públicas, sino concepciones distintas sobre el valor de los adultos mayores en la sociedad.
El desafío para Argentina es claro: transformar un sistema que actualmente vulnera la dignidad de quienes construyeron el país, inspirándose quizás en modelos como el español, donde la innovación social complementa —no reemplaza— la responsabilidad estatal de garantizar una vejez digna para todos sus ciudadanos.