Salud

¿Quieres vivir más? El omega 3 y el ejercicio retrasan tu envejecimiento según un reloj epigenético

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Imaginen un reloj que no marca horas, sino el desgaste invisible de nuestras células. Los relojes epigenéticos, herramientas que miden el envejecimiento biológico a través de marcas en el ADN, acaban de dar una pista esperanzadora: un gramo diario de omega 3, combinado con vitamina D y ejercicio moderado, podría frenar el paso del tiempo en nuestro cuerpo. Así lo sugiere un estudio publicado en Nature Aging, que siguió a 777 personas mayores de 70 años durante tres años. Los resultados: el omega 3 solo retrasó el envejecimiento epigenético en tres meses, pero al sumar vitamina D y 30 minutos de ejercicio tres veces por semana, el cóctel redujo el riesgo de cáncer en un 61% y la fragilidad en un 39%.

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¿Cómo funciona este "reloj" de la juventud?
Cada vez que nuestras células se dividen, dejan huellas químicas en el ADN —metilaciones— que acumulan historiales de estrés, dieta o hábitos. Los relojes epigenéticos, como el desarrollado por Steve Horvath (coautor del estudio y pionero en el campo), traducen esas marcas en una "edad biológica". "No solo previenes enfermedades; retrasas el envejecimiento en sí", explica Heike Bischoff-Ferrari, líder de la investigación. Es como si el cuerpo tuviera un botón de pausa, y estos hábitos lo activaran.

Pero la esperanza tiene matices
El estudio DO-HEALTH, aunque ambicioso, tiene límites. Los participantes eran suizos mayores saludables —el 50% con envejecimiento "óptimo"—, un grupo no representativo de la diversidad global. Además, solo midieron tres factores: omega 3, vitamina D y ejercicio. Iñaki Martín-Subero, epigenetista del IDIBAPS, señala que faltan variables clave: "El sueño, el estrés o la dieta completa. Sin eso, el puzzle está incompleto". Aún así, resalta un mensaje: nunca es tarde. "Los mayores beneficios se vieron en quienes partían de peor salud", subraya.

La paradoja de los suplementos: ¿amigos o enemigos?
Mientras este estudio celebra el omega 3, otros pintan un panorama contradictorio. El ensayo VITAL, con 25,000 personas, halló que la vitamina D y omega 3 solo ayudaban a quienes comían poco pescado. Peor aún: un trabajo reciente vinculó estos suplementos con mayor riesgo de fibrosis auricular y derrames cerebrales en personas sanas, aunque beneficiaban a quienes ya tenían problemas cardíacos. "La nutrición no es universal; debe personalizarse", advierte Bischoff-Ferrari.

Hacia un futuro de longevidad a la carta
Para desentrañar estas contradicciones, nace el Global Health Span Extension Consortium, una alianza de científicos y empresas de biotecnología liderada por los autores del estudio. Su meta: usar relojes epigenéticos no solo para diagnosticar el envejecimiento de órganos específicos, sino para diseñar terapias personalizadas. Imaginen un mundo donde, tras un análisis de sangre, su médico le recete una rutina de sueño, suplementos y ejercicio hecha a su ADN.

Mientras tanto, ¿qué hacer?
El estudio refuerza tres pilares:

  1. Omega 3: Un gramo diario (equivalente a 100 g de salmón).
  2. Vitamina D: Clave para huesos y sistema inmune.
  3. Ejercicio: 30 minutos, tres veces por semana, aunque sea caminar.

Pero ojo: no es una fórmula mágica. Como dice Martín-Subero, "el envejecimiento es reversible en parte, pero depende de un equilibrio frágil". Dormir mal, el estrés crónico o una cirugía pueden acelerar el reloj, pero su efecto se disipa si se corrigen. La vejez, al fin, no es un destino fijo, sino un viaje con paradas que podemos modificar. Eso sí, como advierten los datos: sin pasarse con los suplementos.