Farándula Trending

Taylor Swift cuenta su historia en ‘The Life of a Showgirl’

IMG 1580

Taylor Swift ya no hace discos: arma espectáculos de ilusionismo. The Life of a Showgirl, su duodécimo álbum, anunciado a las 12:12 a. m. del 12 de agosto (porque, claro, la numerología es su segundo idioma), aparece como un manifiesto de pop autoconsciente que sabe perfectamente el peso de su propia teatralidad.

Reencontrarse con Max Martin y Shellback es, en este punto, un gesto casi arqueológico: los suecos que escribieron la biblia melódica de los 2000 y acompañaron a Swift en su transformación definitiva de cantautora country a emperatriz del pop vuelven aquí a sus trucos más efectivos. Pero no suenan como un revival cansado, sino como un ejercicio de precisión: hooks que parecen tan fáciles que casi enfadan, letras que orbitan entre Shakespeare y emojis, y un brillo de producción que parece diseñado para arruinar la autoestima de cualquier otro productor.

El disco dura apenas 42 minutos —un guiño irónico en una era de playlists infinitas y dobles entregas sorpresa— y mantiene una narrativa clara: del arranque frenético de The Fate of Ophelia hasta la reverencia final de The Life of a Showgirl junto a Sabrina Carpenter, el álbum funciona como una obra de teatro comprimida.

Sí, Kelce está en todas partes. El romance de estadio infiltra canciones como Wood y Honey, que llevan la etiqueta de “explícitas” como si fueran trofeos. “Su amor fue la llave que abrió mis muslos”, canta Swift en lo que podría ser tanto un soneto erótico como un tuit perdido en la madrugada. ¿Es vulgaridad? ¿Es sinceridad brutal? ¿Es simplemente el pop rompiendo otra frontera que ya nadie recuerda dónde estaba? Probablemente las tres cosas.

El momento más brillante llega en Elizabeth Taylor, donde Swift suena como si escribiera sus memorias antes de cumplir 40, una mezcla de ironía ácida y vulnerabilidad calculada. Mientras tanto, canciones como Wi$h Li$t o CANCELLED! dejan ver la faceta más meta, una Swift que entiende demasiado bien el ciclo mediático que la consume y lo convierte en material de baile.

En resumen: The Life of a Showgirl es un disco que no pretende ser eterno ni trascendente. Es un golpe de efecto, un recordatorio de que Swift sigue siendo la arquitecta más astuta del pop contemporáneo. Quizá no cambie tu vida, pero sí hará que, por un rato, todo lo demás parezca menos interesante.