La NASA ha encendido las alarmas —pero no las sirena— al revisar al alza las posibilidades de que el asteroide 2024 YR4, un gigante de entre 40 y 90 metros, impacte contra la Tierra el 22 de diciembre de 2032. Según cálculos actualizados, el riesgo pasó del 2.6% al 3.1%, lo que equivale a una posibilidad de 1 en 32. Aunque la cifra parece baja, su potencial destructivo es colosal: liberaría una energía 500 veces mayor que la bomba de Hiroshima, suficiente para arrasar una metrópolis entera.
Pero no todo es oscuridad en este escenario cósmico. Los expertos insisten en que hay un 96.9% de probabilidades de que el asteroide solo roce nuestro vecindario planetario sin consecuencias. "Es como jugar a la ruleta rusa con 32 recámaras y solo una bala. Las probabilidades están a nuestro favor, pero seguimos en guardia", explica el astrónomo David Rankin, quien lidera el seguimiento del objeto.
¿Y si apunta a la Luna?
Existe un 0.3% de que el asteroide choque contra la Luna, un evento que, aunque espectacular —con destellos visibles desde la Tierra—, no representaría peligro para nosotros. "Los fragmentos lunares que llegaran aquí serían inofensivos, como estrellas fugaces", tranquiliza Rankin.
La próxima cita clave: 2028
El momento decisivo llegará en cuatro años, cuando el 2024 YR4 se acerque lo suficiente para que los telescopios capten detalles cruciales sobre su tamaño y trayectoria. "Esta aproximación será como una prueba final. Sabremos si ajustamos cálculos o respiramos aliviados", añade el científico.
Entre el miedo y la ciencia
Aunque el término "asesino de ciudades" suena a película, la NASA recalca que no hay motivo para el pánico. La agencia monitorea más de 30 mil objetos cercanos a la Tierra, y este, por ahora, ocupa un lugar secundario en la lista de pruebas existenciales. "La detección temprana es nuestro superpoder. Si algún día viene una amenaza real, tendremos años para actuar", concluyen desde el programa de defensa planetaria.
