En silencio, y lejos de las portadas, EE.UU. planea destruir más de 10 millones de dólares en anticonceptivos que estaban destinados a mujeres y niñas en África. El cargamento, financiado por la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), incluye millones de implantes y dosis inyectables que ahora esperan su destino final: la incineración en Francia.
¿Por qué se destruirán?
Porque el nuevo contrato federal —firmado por USAID con otra empresa— dejó fuera a DKT International, la ONG encargada de distribuir estos insumos, y bloqueó su compra por terceros. La Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF) intentó adquirir el lote, pero EE.UU. se negó.
1,4 millones de mujeres quedarían sin acceso a métodos anticonceptivos.
Y el impacto sería devastador:
- 362,000 embarazos no deseados
- 110,000 abortos inseguros
- 161,000 nacimientos no planificados
Tanzania, Zambia, Kenia, Mali y República Democrática del Congo estaban entre los países que esperaban estos productos. Solo en Tanzania, se perdería casi el 30% del abastecimiento nacional de anticonceptivos del año.
“Nos enfrentamos a una escasez crítica. Las clínicas ya no tienen implantes. No entendemos cómo puede permitirse esto cuando hay tantas vidas en juego”, afirmó el Dr. Bakari de UMATI, asociación afiliada a la IPPF.
USAID ha sido históricamente el mayor donante mundial en planificación familiar. Pero ahora, el vacío que deja su decisión podría empujar a decenas de miles de mujeres al abandono médico y la clandestinidad reproductiva.
¿Y Europa?
La destrucción del cargamento ha sido duramente cuestionada por eurodiputados y legisladores franceses. El Partido Verde ha pedido a Macron intervenir:
“No podemos aceptar que la agenda antiabortista de Trump se imponga en suelo europeo.”
El gobierno francés, sin embargo, alega no tener base legal para impedirlo. El Ministerio de Sanidad francés argumenta que los productos no son “de interés terapéutico prioritario”.
Así, miles de cajas repletas de implantes que salvarían vidas serán quemadas en una planta europea mientras miles de mujeres africanas quedan a oscuras, otra vez, en nombre de una burocracia silenciosa y un cambio de contrato.