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Macron nombra a Sébastien Lecornu como nuevo primer ministro

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El presidente francés, Emmanuel Macron, nombró este martes al ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, como nuevo primer ministro de Francia, tras la caída del Gobierno de François Bayrou. A sus 39 años, Lecornu se convierte en el cuarto jefe de Gobierno en apenas un año.

Figura clave del plan de rearme militar hasta 2030, Lecornu es el ministro de Defensa más joven en la historia del país y ha sido considerado uno de los aliados más leales de Macron desde que se unió a su movimiento en 2017. Su carrera incluye experiencia en administraciones locales, territorios de ultramar y gestiones de crisis como el “gran debate” con los chalecos amarillos y las negociaciones de autonomía en Guadalupe en 2021.

Un nombramiento bajo presión

La decisión de Macron llega en un momento de máxima tensión social y política. Para este miércoles está prevista una jornada de protestas bajo el lema “Bloquearlo todo”, que movilizará a 80,000 policías en todo el país.

Lecornu asume el cargo tras la destitución de Bayrou, cuyo Gobierno minoritario fue derribado en el Parlamento mediante una moción de confianza. Su propuesta de fuertes recortes presupuestarios para contener la deuda pública unió a la oposición y provocó su salida apenas nueve meses después de su designación.

Presupuesto, la primera gran prueba

La prioridad inmediata del nuevo primer ministro será la negociación del presupuesto nacional, en un Parlamento fragmentado y con alto riesgo de bloqueo legislativo. A diferencia de lo habitual, Macron le ha pedido que consulte primero con todos los partidos políticos antes de formar Gobierno, en un intento de alcanzar acuerdos mínimos para evitar una nueva crisis.

En un comunicado, Macron aseguró que el mandato de Lecornu estará guiado por “la defensa de nuestra independencia, de nuestro poder y de la estabilidad política e institucional, al servicio de los franceses y de la unidad de nuestro país”.

Con este movimiento, Macron busca proyectar continuidad y firmeza, pero Francia enfrenta un escenario incierto marcado por la presión social, los desafíos presupuestarios y el complejo tablero internacional.