Francia vive este jueves una nueva jornada de paros y movilizaciones a nivel nacional en rechazo a los planes de austeridad anunciados por el Gobierno durante el verano. Ocho de los principales sindicatos del país han convocado a cientos de miles de ciudadanos a salir a las calles para protestar contra lo que califican de presupuestos “brutales”.
La caída del gobierno de François Bayrou la semana pasada no ha frenado a los líderes sindicales, que mantienen el llamado a la movilización. Las autoridades prevén una de las mayores protestas desde las manifestaciones contra la reforma de las pensiones hace dos años. Los servicios de inteligencia estiman entre 600.000 y 900.000 participantes en todo el país, con hasta 100.000 solo en París.
Para las 11 de la mañana ya se habían contabilizado más de 230 acciones de protesta, entre ellas bloqueos en depósitos de autobuses y escuelas. El ministro del Interior saliente, Bruno Retailleau, cifró en unas 10.000 las personas implicadas, aunque señaló que las acciones eran “menos intensas de lo esperado”.
El Ministerio del Interior informó de 94 detenciones hasta el mediodía, 15 de ellas en París. En total, 32 personas fueron puestas bajo custodia, incluidas seis en la capital. Un agente resultó herido.
El transporte público está gravemente afectado: el metro y los trenes de cercanías en París funcionan con servicios reducidos, mientras que las líneas regionales presentan fuertes interrupciones. La SNCF mantiene en circulación 9 de cada 10 trenes de alta velocidad (TGV), pero los servicios locales TER operan solo al 60%.
La huelga también golpea a la educación: un tercio de los maestros de primaria y casi la mitad del personal de secundaria se han sumado al paro, denunciando bajos salarios, malas condiciones laborales y el “desmantelamiento de la educación pública”, según el sindicato Snes-FSU.
En Martinica, territorio francés en el Caribe, 150.000 residentes quedaron sin agua después de que se cerraran intencionalmente válvulas de distribución, en lo que las autoridades calificaron de sabotaje. Aunque el suministro ya fue restablecido, se reportó un segundo intento de cierre.
Ante el clima de tensión, se han desplegado 80.000 policías y gendarmes en todo el país, con fuerte presencia en París. El jefe de la Policía, Laurent Nuñez, advirtió sobre la infiltración de grupos radicales violentos en las marchas e instó a los comerciantes a cerrar sus negocios a lo largo de las rutas de protesta.
El nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, ha retirado una de las propuestas más impopulares —la eliminación de dos festivos—, pero mantiene sobre la mesa otras medidas polémicas: la reforma de las prestaciones por desempleo, la desvinculación de las pensiones de la inflación y el aumento del gasto médico a cargo de los ciudadanos.
El trasfondo es la delicada situación financiera del país: el déficit alcanzó el 5,8% del PIB en 2024, casi el doble del límite del 3% fijado por la UE, mientras que la deuda pública supera los 3,3 billones de euros, alrededor del 114% del PIB.