El virus de Epstein-Barr (EBV), presente en la mayoría de la población mundial, ha sido vinculado por la comunidad científica con enfermedades autoinmunes y varios tipos de cáncer. Aunque puede permanecer inactivo en el organismo durante años, su reactivación puede desencadenar efectos graves sobre el sistema inmunológico y la salud celular.
Felipe Franco Burbano, coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario en Madrid, explicó que el EBV está implicado en afecciones como el lupus eritematoso sistémico y la esclerosis múltiple, a través del mimetismo molecular. Este mecanismo permite que el sistema inmunológico ataque tejidos sanos, al confundir proteínas del cuerpo con las del virus.
El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos respalda esta teoría al señalar que el mimetismo molecular es una de las principales causas por las que ciertos virus o sustancias químicas inducen enfermedades autoinmunes, al activar de forma errónea linfocitos T o B.
¿Cómo puede causar cáncer?
El virus de Epstein-Barr favorece la proliferación descontrolada de células infectadas al activar ciertos genes celulares, lo que puede derivar en tumores malignos. Según Gema Fernández, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, el EBV se relaciona con linfomas como el de Burkitt y el de Hodgkin, así como con el carcinoma nasofaríngeo.
El cáncer asociado al EBV ocurre porque las células pierden la capacidad de regular su multiplicación, algo que normalmente impide la aparición de tumores.
Transmisión: más allá del “beso”
Conocido como “la enfermedad del beso”, el EBV se transmite principalmente por la saliva. No obstante, el contacto directo no es imprescindible: compartir utensilios como vasos, cubiertos o cepillos de dientes también puede propagar el virus. En menor medida, puede contagiarse por transfusiones de sangre o trasplantes de órganos infectados.
¿Se puede prevenir?
Aunque no existe una vacuna, los expertos recomiendan mantener buenos hábitos de higiene personal, evitar compartir objetos que entren en contacto con la boca y reforzar el sistema inmunológico. En casos específicos, se puede recurrir a antivirales para controlar la replicación del virus, aunque estos no lo eliminan por completo.
“El único factor que realmente puede impedir que el virus se reactive es mantener un sistema inmunológico fuerte”, concluye Fernández.