Un misil balístico iraní impactó este lunes en un edificio del centro de Israel, matando al menos a cuatro personas, tres de ellas dentro de un refugio que no resistió la explosión. El hecho ha desatado indignación y miedo entre la población, especialmente por las dudas sobre la eficacia de estos espacios supuestamente seguros.
Según el Frente Interior, alrededor del 40% de los residentes de Tel Aviv viven en edificios que no cumplen con los requisitos de protección, y muchas edificaciones antiguas carecen de refugios adecuados. En barrios árabes, como Tamra, donde recientemente murieron cuatro mujeres en un ataque similar, la situación es aún más grave: solo el 40% de los residentes tiene acceso a habitaciones seguras.
El Gobierno enfrenta duras críticas, tanto por la falta de inversión en protección civil como por la aparente discriminación en la cobertura del sistema de defensa antiaérea, que deja a las comunidades árabes más expuestas.
Mientras tanto, las amenazas continúan. Un portavoz del Ejército iraní advirtió que "los refugios ya no son seguros", y llamó a los ciudadanos israelíes a abandonar sus territorios.
La Ley de Defensa Civil de Israel exige desde 1951 la construcción de refugios en todas las viviendas, pero la realidad muestra una gran brecha entre la norma y la práctica. Las comparaciones internacionales agravan el panorama: mientras Israel lucha por cubrir a su población, países como Suiza tienen refugios suficientes para todos sus habitantes, y otras naciones usan estaciones de metro o escuelas ante la falta de infraestructura especializada.