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Aislamiento y reflexión marcan el inicio de la elección del sucesor de Francisco

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Los 133 cardenales electores del Vaticano iniciaron este martes su aislamiento en la residencia Santa Marta y un edificio anexo, previo al cónclave que definirá al sucesor del papa Francisco. Con procedencia de 70 países —el grupo más internacional en la historia—, los purpurados permanecerán incomunicados, sin celulares ni internet, hasta emitir su voto en la Capilla Sixtina.

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Claves del proceso:

  • Aislamiento total: Desde el miércoles a las 15:00 (hora local), se bloquearán las señales telefónicas en el Vaticano. El personal de apoyo (médicos, limpieza) juró secreto bajo pena de excomunión.
  • Logística sin precedentes: La residencia Santa Marta, ampliada con un edificio contiguo, albergará a los cardenales. Las habitaciones, asignadas por sorteo, incluyen baño privado, un cambio desde los incómodos cuartos del Palacio Apostólico usados antes de 2005.
  • Tiempo de deliberación: Si bien Benedicto XVI (2005) y Francisco (2013) fueron elegidos en dos días, la diversidad geográfica y temática podría alargar la decisión.

Temas críticos en discusión:
En reuniones previas, los cardenales abordaron desafíos urgentes:

  1. Escándalos financieros y de abusos sexuales.
  2. Unidad de la Iglesia, fracturada entre reformistas y conservadores.
  3. Perfil del nuevo papa: Buscan un líder que equilibre carisma pastoral y gestión administrativa.

Declaración de paz y ausencia de favoritos:
Los cardenales emitieron un llamamiento a la paz en Ucrania, Oriente Medio y otras zonas en conflicto, honrando el último pedido de Francisco. Sobre los candidatos, el cardenal Jean-Paul Vesco (Argel) señaló al Corriere della Sera"Hay 5 o 6 perfiles, pero ninguno ‘aplasta’ a los demás. No hay un ‘será él’".

Rituales y simbolismo:

  • Fumata blanca: Miles en la Plaza San Pedro aguardarán la señal de humo blanco desde la Sixtina, bajo el Juicio Final de Miguel Ángel.
  • Transición histórica: Conclave marca el fin de un pontificado reformista que despertó fervor y divisiones, retando al próximo papa a navegar entre tradición y modernidad.

La elección, envuelta en secreto y solemnidad, no solo definirá el rumbo espiritual de 1.400 millones de católicos, sino también la capacidad de la Iglesia para responder a crisis globales con un mensaje unificado.