Los líderes europeos reafirman en Bruselas su apoyo financiero y militar a Kiev con un nuevo paquete de castigas a Moscú, mientras buscan superar las reticencias de Bélgica y Hungría para el fondo de ayuda. La transición verde y la competitividad centran los debates internos.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se reunieron este jueves en Bruselas con el apoyo a Ucrania como eje central de su agenda. Inmediatamente antes de la cumbre, los Veintisiete dieron un primer paso al adoptar un nuevo y robusto paquete de sanciones contra Moscú, el decimonoveno desde el inicio de la invasión rusa.
"Ya hemos aprobado el 19º paquete de sanciones contra la flota fantasma rusa y contra los sectores de la banca y la energía. Y hoy, en este Consejo Europeo, tomaremos la decisión política de garantizar las necesidades financieras de Ucrania para 2026 y 2027″, explicó al inicio de la sesión el presidente del Consejo Europeo, António Costa.
El obstáculo belga y el "riesgo" del préstamo de 140.000 millones
La principal ambición de la cumbre es alcanzar un acuerdo político sobre un préstamo masivo de 140.000 millones de euros para asegurar la estabilidad financiera de Kiev en los próximos años. Sin embargo, la consecución de este fondo topa con un escollo significativo: las reticencias de Bélgica.
El primer ministro belga, Bart De Wever, cuyo país gestiona la mayoría de los activos rusos congelados a través de la empresa Euroclear, fijó condiciones claras. "Quiero una mutualización total del riesgo, porque hay un gran riesgo. Sufriremos enormes reclamaciones. Así que, si quieren hacerlo, tendremos que hacerlo todos juntos", advirtió, exigiendo que la responsabilidad financiera sea compartida por todos los estados miembros.
Frente a esta postura, otros líderes abogaron por la urgencia de la medida. "Usar activos rusos es la mejor solución; está moralmente justificada porque Rusia atacó a Ucrania", consideró el primer ministro finlandés, Petteri Orpo. Mientras tanto, el taoiseach (primer ministro) irlandés, Micheál Martin, anunció que Dublín, pese a su tradicional neutralidad militar, actuará como cogarante del préstamo. La sombra de la desunión también se proyecta con la previsible oposición del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien llegó con retraso a la cumbre y se espera que no suscriba los acuerdos relativos a Ucrania.
Sanciones estadounidenses y unidad transatlántica
En vísperas de la cumbre, Estados Unidos anunció nuevas sanciones contra las dos mayores petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, una medida celebrada por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a su llegada a Bruselas: "Las estábamos esperando. Dios les bendiga, funcionará". La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, subrayó la importancia de esta coordinación: "Es una señal importante de fortaleza que estemos alineados".
La agenda interna: flexibilidad verde y crisis de la vivienda
Más allá de Ucrania, la cumbre aborda temas espinosos que revelan las divisiones internas. La transición verde y los objetivos de neutralidad climática para 2050 generan tensiones, con varios líderes pidiendo pragmatismo para no dañar la competitividad industrial.
"La palabra clave que debemos retener es la palabra flexibilidad", defendió el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. En esta línea, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro eslovaco, Robert Fico, ambos críticos con la normativa medioambiental, se reunieron para debatir el futuro de la industria automotriz y la prohibición de vender coches de combustión en 2035.
Por primera vez, la crisis de la vivienda —con un aumento del 48% en los precios y del 22% en los alquileres desde 2010— se cuela en la agenda de los Veintisiete, a pesar de las limitadas competencias de Bruselas en esta materia.
Aunque no figura de forma explícita, la sombra de China también planea sobre la reunión, especialmente tras los nuevos controles a la exportación de tierras raras impuestos por Pekín. "No queremos depender excesivamente de China. Queremos que se apliquen las mismas normas al mercado europeo que nosotros aplicamos al suyo", señaló el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, resumiendo la creciente preocupación por la autonomía estratégica europea.