Los mercados europeos enviaron señales mixtas este lunes ante la moción de censura que podría forzar la salida del primer ministro François Bayrou, el quinto en apenas tres años, mientras Francia enfrenta un clima político y fiscal cada vez más frágil.
En la apertura, la renta variable mostró calma: el STOXX 600 subió un 0,33% y el CAC 40 francés un 0,4%, señal de que los inversionistas ya habrían descontado el desenlace previsible de la votación. Sin embargo, el mercado de bonos lanzó una advertencia mucho más dura: los costos de endeudamiento a largo plazo de Francia se dispararon a su nivel más alto desde 2009, reflejando el creciente escepticismo sobre la capacidad de París para controlar sus cuentas públicas.
Bayrou había solicitado un voto de confianza vinculando la supervivencia de su Gobierno a la aprobación del presupuesto de 2026. Pero tanto la Agrupación Nacional como el Partido Socialista confirmaron que votarán en contra, lo que anticipa su caída y prolonga la inestabilidad en la segunda economía de la eurozona.
“Francia se enfrenta a un electorado desilusionado y reacio a la austeridad, lo que complica la reducción de un déficit ya enorme”, explicó Susannah Streeter, analista de Hargreaves Lansdown.
La situación fiscal es crítica: la deuda pública ronda el 114% del PIB y el déficit se sitúa en 5,8%, muy por encima de las reglas comunitarias. Los analistas advierten que si los rendimientos franceses siguen escalando, el diferencial con los bonos alemanes —considerados refugio seguro— se ampliará peligrosamente, aumentando el riesgo de fragmentación financiera en la eurozona.
El posible colapso del Gobierno de Bayrou no solo amenaza con agravar la parálisis legislativa, sino también con retrasar los esfuerzos de consolidación fiscal. En un momento en que la UE necesita estabilidad monetaria para contener tensiones transatlánticas y sostener la confianza de los mercados, Francia vuelve a situarse en el epicentro de la incertidumbre europea.