Algunas unidades de la Guardia Nacional desplegadas en Washington D.C. comenzaron este fin de semana a patrullar armadas, marcando una nueva fase de la estrategia de seguridad impulsada por el presidente estadounidense, Donald Trump.
Efectivos de Carolina del Sur fueron vistos portando pistolas enfundadas en las calles de la capital, en un contexto en el que la Casa Blanca ha enviado refuerzos desde al menos seis estados republicanos. La semana pasada, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó que las tropas comenzaran a portar armas, aunque el Pentágono aclaró que su uso debe limitarse a situaciones de amenaza inminente de muerte o lesiones graves.
El despliegue ya asciende a miles de efectivos en Washington, lo que ha generado protestas entre los residentes de la ciudad, gobernada por los demócratas. Ahora, Trump anticipa extender la medida a otras urbes. "Creo que Chicago será la próxima", dijo el viernes, sugiriendo también a Nueva York como posible objetivo.

La reacción fue inmediata. El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, rechazó la iniciativa al calificarla de “ocupación militar” y anunció que demandará a la Casa Blanca para frenarla. "No vamos a rendir nuestra humanidad a este tirano", advirtió en declaraciones a MSNBC, subrayando que la ciudad "tiene una larga historia de resistir la tiranía y defender a la clase trabajadora".