Portugal se consolida como uno de los destinos favoritos para nómadas digitales gracias a su bajo costo de vida, su comunidad internacional y un visado especial para trabajadores remotos. Pero más allá de su atractivo profesional, el país seduce con ciudades llenas de historia, paisajes de ensueño y una gastronomía irresistible.
La ruta comienza en Oporto, joya a orillas del Duero, con su casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad y el Muelle de la Ribeira como postal perfecta. La Librería Lello, con su famosa escalera roja, y el distrito cultural WOW en Gaia —con siete museos y experiencias inmersivas sobre el vino— son paradas obligadas.
Desde Oporto, un viaje en tren de poco más de tres horas lleva a Lisboa, donde miradores como Santa Lucía regalan atardeceres inolvidables. Espacios creativos como LX Factory mezclan arte, moda y gastronomía, mientras la Plaza del Comercio, el Elevador de Santa Justa y el Puente 25 de Abril narran la historia y el carácter de la capital.
A las afueras, Sintra transporta a un cuento medieval con el enigmático palacio Quinta da Regaleira y el colorido Palacio da Pena, símbolo de la opulencia real portuguesa.
Portugal no solo es un destino para trabajar a distancia: es un viaje que combina pasado y presente, y que deja al visitante con ganas de quedarse.