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París se reencuentra con el Sena: ciudadanos se bañan legalmente en el río por primera vez en más de un siglo

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Después de más de 100 años, los parisinos volvieron a sumergirse legalmente en las aguas del río Sena este sábado 5 de julio. El histórico chapuzón se produjo tras un ambicioso proyecto de saneamiento valorado en 1.400 millones de euros, impulsado con motivo de los Juegos Olímpicos de 2024 y que ha devuelto al icónico río su condición de espacio seguro para el baño.

Desde primeras horas de la mañana, decenas de ciudadanos se congregaron con toallas y entusiasmo en mano en las zonas de baño designadas, como Grenelle y la isla de Saint-Louis, donde dos plataformas de madera recién instaladas recibieron a los primeros nadadores. La emoción fue evidente: gritos de alegría, aplausos desde la orilla y selfies bajo el sol parisino marcaron el ambiente del día.

“Es muy chic bañarse en el Sena, junto a la isla de Saint-Louis”, comentó Lucile Woodward, vecina de 43 años. “Creo que esta es ahora una de las zonas más monitoreadas del mundo”, añadió entre risas.

Bajo estricta vigilancia de socorristas, los bañistas debían portar salvavidas amarillos y respetar las medidas de seguridad, ya que, a pesar de su nueva limpieza, el Sena sigue siendo un río urbano con corriente activa.

Calidad del agua: “excepcional”

Las autoridades sanitarias confirmaron que el agua cumple con los estándares europeos de calidad la mayoría de los días. El prefecto de la región Île-de-France, Marc Guillaume, aseguró que los niveles de bacterias E. coli y enterococos están muy por debajo de los umbrales permitidos. “Para una estamos diez veces por debajo, y para la otra más de 25”, afirmó.

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se mostró entusiasta y presente en el evento, sosteniendo una botella con agua del Sena como símbolo de confianza. “Es un sueño de infancia hacer que la gente se bañe en el Sena”, expresó.

Una transformación urbana con legado olímpico

La reapertura del Sena para uso recreativo es una de las herencias más visibles de los Juegos Olímpicos de París. A pesar del escepticismo de algunos residentes, como François Fournier —quien aún desconfía tras años de ver residuos en el río—, la mayoría celebra este hito como un avance ambiental y urbano sin precedentes.

El baño sigue prohibido fuera de las zonas autorizadas, pero la reapertura parcial marca un antes y un después en la relación de los parisinos con su emblemático río.

Con este logro, París no solo devuelve al Sena su lugar en la vida cotidiana de la ciudad, sino que también ofrece al mundo un ejemplo de cómo la infraestructura olímpica puede convertirse en un legado de largo plazo para la salud pública y el medioambiente.