El presidente Donald Trump encendió la controversia este martes al declarar que la ciudad de Los Ángeles está siendo “invadida por un enemigo extranjero”, en alusión a los manifestantes que se oponen a las redadas migratorias llevadas a cabo por su administración.
Durante una conferencia en la Casa Blanca, Trump defendió el uso de la fuerza para controlar las protestas, señalando —sin aportar pruebas— que estas movilizaciones buscan “socavar el orden estadounidense” y no corresponden a protestas pacíficas.
Las declaraciones se dan en medio de intensas protestas en varias ciudades, incluida Los Ángeles, donde miles de personas han salido a rechazar las operaciones lideradas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que han generado detenciones, disturbios y toques de queda.
Diversas organizaciones de derechos humanos criticaron duramente la retórica del mandatario. Human Rights Watch calificó sus palabras como “inaceptables y peligrosas”, advirtiendo que criminalizan el derecho legítimo a la protesta.
Desde el Congreso, voces como la del senador Alex Padilla también alzaron su rechazo, señalando que Trump “atenta contra la libertad de expresión e incita a la represión”.
A pesar de las críticas, la Casa Blanca sostiene que las medidas de seguridad buscan restaurar el orden ante lo que consideran “una amenaza organizada”.
Las tensiones siguen creciendo en medio de una de las campañas de deportación más intensas en la historia reciente del país, mientras miles continúan exigiendo respeto a los derechos de los inmigrantes.