Uribia (La Guajira), 2025 — Con manos curtidas por el sol y una sonrisa resiliente, Georgina Epiayú (72 años) muestra su cédula: una "F" bajo el campo «sexo» que selló su identidad tras 45 años de trámites, discriminación y aislamiento en La Guajira. Su batalla, retratada en el documental Alma del desierto (2024), la convierte en la primera mujer trans wayuu reconocida legalmente en Colombia, un hito en una comunidad donde el 81% vive en pobreza y muchos carecen incluso de documentos.
Nacida como Jorge en 1952, Georgina inició su transición a los 23 años. Cinco intentos fallidos y un decreto de 2015 —que eliminó requisitos médicos para cambiar de género— le abrieron las puertas en 2021. «Sin esa F, no existo para el Estado», afirma en wayuunaiki, mientras sobrevive con una tienda de víveres y donaciones de Mónica Taboada-Tapia, directora del filme.
El documental, que se estrena en Brasil y Colombia, expone no solo su soledad —rechazada por hermanos que dicen «no tener hermanas»—, sino también la crisis wayuu: desnutrición infantil, minería contaminante y un sistema que margina a quienes no hablan español. «Es una sobreviviente, no una víctima», destaca Taboada-Tapia.
Ahora, Georgina planea un viaje simbólico: dejar su ranchería anónima para ver su historia proyectada en Bogotá. Mientras, repite: «Me mantengo con fuerzas para comer y vivir». Su cédula, con esa F conquistada, es un testimonio de resistencia en un desierto que pocos entienden.