La tensión entre Ucrania y Estados Unidos escala en un tablero geopolítico donde la guerra y los recursos naturales se entrelazan. Volodímir Zelenski se niega a firmar un controvertido acuerdo impulsado por Donald Trump que exige a Kiev ceder el 50% de las ganancias por la explotación de minerales estratégicos —tierras raras, litio, uranio— valorados en medio billón de dólares. La razón: Washington no ofrece "garantías de seguridad" claras a cambio, según reveló el presidente ucranio en la Conferencia de Múnich. "No firmaremos nada que no proteja a nuestro pueblo", afirmó, mientras su equipo denunciaba presiones para aceptar el documento, incluida una amenaza de cancelar una reunión clave con el vicepresidente J.D. Vance.
El borrador, entregado en febrero por Scott Bessent, secretario del Tesoro de Trump, promete financiar la resistencia ucrania, pero Kiev ve un riesgo mayor: hipotecar su futuro. "El 20% de estos yacimientos están bajo ocupación rusa. ¿Cómo explotarlos sin control territorial?", cuestiona un asesor de Zelenski. Ejemplo de ello es Novopoltavske, en Zaporiyia, uno de los mayores depósitos de tierras raras del mundo, hoy en manos de Moscú. A esto se suma Shevchenko, un yacimiento de litio en Donetsk a solo 7 km del frente, donde las tropas rusas avanzan sin pausa.
La estrategia de Trump, según filtraciones de The Telegraph y NBC, incluiría incluso enviar tropas estadounidenses para custodiar minas en zonas liberadas. "El contribuyente merece un retorno por su inversión", defiende Mike Waltz, negociador republicano, aludiendo a los 114.900 millones de euros en ayuda militar enviada desde 2022. Pero Ucrania rebate: el valor total de sus minerales supera los 14 billones de dólares, según estimaciones propias. "Es un saqueo disfrazado de ayuda", critica un analista del Instituto Kiel.
Mientras, Moscú y Washington tejen diálogos al margen de Kiev. La reciente reunión en Arabia Saudí entre Serguéi Lavrov y Marco Rubio, sin representantes ucranios, encendió las alarmas. "No aceptaremos acuerdos hechos a nuestras espaldas", advirtió Zelenski, quien en 2024 ofreció a Trump —entonces candidato— un canje de recursos por apoyo, sin imaginar la crudeza de la contrapropuesta.
El dilema ucranio es profundo: cómo financiar una guerra existencial sin vender su subsuelo. "Si cedemos, ¿qué quedará para reconstruir?", se pregunta un legislador en Kiev. Con Rusia ganando terreno y EE.UU. condicionando su respaldo, Zelenski busca aliados en Europa, pero el reloj corre. Mientras, las tierras raras —esas 17 joyas de la tecnología— yacen bajo el fuego, testigos mudos de un pulso que podría redefinir el mapa del poder global.