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La sonda Blue Ghost logra un alunizaje histórico

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La sonda Blue Ghost, desarrollada por la empresa Firefly Aerospace, aterrizó con éxito en el Mare Crisium de la Luna, marcando un hito en el programa Servicios Comerciales de Carga Lunar (CLPS) de la NASA. Esta misión, la tercera del CLPS, consolida el rol de las empresas privadas en la exploración espacial bajo el paraguas del programa Artemis, que involucra a Estados Unidos, Europa, Japón y otras naciones.

De fracasos a un aterrizaje perfecto
Tras el fallo de la misión Peregrino (Astrobotic) en enero y el alunizaje parcialmente exitoso de Odiseo(Intuitive Machines) en febrero —el primer módulo privado en posarse desde el Apolo 17 (1972)—, Blue Ghost se convirtió en la primera nave comercial en lograr un descenso impecable. Con 2 metros de altura y 3.5 de ancho, transporta 10 instrumentos científicos, incluidos retroreflectores láser para mediciones precisas y el dispositivo LISTER, diseñado para perforar hasta 3 metros y estudiar el flujo térmico lunar.

Ciencia y desafíos técnicos
Entre sus tareas destacan la captura de imágenes durante un eclipse solar el 14 de marzo y la observación del polvo lunar al atardecer, fenómeno documentado por el astronauta Eugene Cernan en 1972. La misión operará durante dos meses, soportando la noche lunar (equivalente a dos semanas terrestres) antes de concluir.

Contexto global y privado
El logro contrasta con los reveses históricos: desde el primer alunizaje suave de la URSS en 1966 (Luna 9) hasta los fracasos recientes de India (2019), Israel (SpaceIL, 2019) y Japón (Ispace, 2023). La carrera espacial actual, impulsada por actores privados, sigue acelerándose: Athena (Intuitive Machines) intentará alunizar el 6 de marzo, mientras que Resilience (Ispace) lo hará hacia mayo o junio.

Incertidumbre en la NASA
El éxito de Blue Ghost llega en un momento crítico para la NASA, sometida a una auditoría del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) liderado por Elon Musk. Con posibles recortes de plantilla y la llegada del nuevo administrador Jared Isaacman —crítico del programa lunar—, la agencia enfrenta presiones para equilibrar su visión pública con el creciente protagonismo privado.