Trending

El Louvre en la encrucijada: un ícono global busca reinventarse ante el desgaste y la masificación

image asset
www.aperturetours.com

París — El Museo del Louvre, la pinacoteca más visitada del mundo con más de 8 millones de personas al año, enfrenta una crisis sin precedentes. Su infraestructura, concebida en los años 80 para recibir a 4 millones de visitantes anuales, colapsa bajo el peso de su propio éxito. La directora Laurence des Cars ha alertado sobre el deterioro de sus instalaciones y la urgencia de modernizar un espacio que hoy genera frustración entre turistas y expertos.

La agonía de un gigante cultural
Las largas filas bajo la icónica pirámide de cristal —con esperas de hasta 45 minutos pese a los horarios programados— son solo el primer síntoma del caos. Una vez dentro, la experiencia se agrava: salas saturadas, señalización confusa y un flujo desorganizado, especialmente en espacios como la sala de la Mona Lisa, donde el gentío convierte el arte en un desafío logístico. "Esto ya no es un placer, sino una prueba de paciencia", lamentó una parisina de 65 años en The Guardian, quien tras cuatro décadas como visitante habitual decidió no volver.

El edificio mismo clama auxilio. Filtraciones en techos, sistemas de climatización obsoletos y mantenimiento deficiente amenazan tanto a las obras como a los visitantes. "El ruido y el hacinamiento bajo la pirámide hacen pensar más en una estación de tren que en un museo", describió una turista belga.

Macron apuesta por rescatar un símbolo nacional
Ante la magnitud del problema, el presidente Emmanuel Macron ha tomado cartas en el asunto. Desde el Elíseo, un funcionario recalcó que el Louvre es "patrimonio de todos" y su deterioro no puede ignorarse. El mandatario, quien en 2017 celebró aquí su victoria presidencial, anunció un plan de inversiones que incluiría una nueva entrada para descongestionar el acceso. Sin embargo, el gobierno admite que las limitaciones presupuestarias podrían frenar el alcance de las reformas.

Des Cars, en un informe reciente, reconoció que el museo está muy por debajo de los estándares internacionales. Entre las prioridades destacan renovar infraestructuras, redistribuir espacios y optimizar la circulación. Pese a la apertura de sedes en Lens y Abu Dabi en años recientes, el corazón del Louvre en París no ha tenido una remodelación profunda en décadas.

Más que un museo: diplomacia e identidad
El Louvre no solo alberga arte: es un instrumento de poder blando para Francia. Sus salones han sido escenario de cumbres diplomáticas y actos presidenciales, reforzando la idea de "excepción cultural" gala. Para Macron, resolver esta crisis es también una oportunidad política: unificar a un país polarizado en torno a un símbolo compartido.

No obstante, el reto es monumental. Modernizar sin alterar su esencia histórica, mejorar la experiencia sin perder autenticidad y financiar cambios en tiempos de austeridad exigen creatividad y consenso. El Louvre, testigo de siglos de historia, se juega ahora su futuro como referente cultural global. Su renovación, advierten los expertos, debe ser tan ambiciosa como su legado.