Un equipo de científicos de las universidades estadounidenses de Pittsburgh y Cornell ha desarrollado un mecanismo innovador para hacer más eficaz la vacuna contra la tuberculosis bacilo de Calmette-Guérin (BCG). Este avance consiste en una inyección intravenosa que incluye un sistema de autodestrucción de la carga vírica, eliminando el riesgo de una autoinfección accidental, lo que representa un importante paso en la lucha contra esta enfermedad mortal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó a la tuberculosis como la enfermedad más letal en 2024, con más de 10 millones de personas infectadas y 1.3 millones de muertes anuales. La vacuna BCG, utilizada principalmente en países con alta prevalencia de tuberculosis, previene la meningitis tuberculosa y la tuberculosis miliar en niños. Sin embargo, cuando se administra de forma intradérmica, solo proporciona una protección parcial en niños pequeños y casi ninguna en adultos.
El nuevo enfoque desarrollado por los investigadores consiste en la administración intravenosa de la vacuna, que ha mostrado ser significativamente más eficaz que la vía intradérmica tradicional. En ensayos previos, los animales que recibieron la BCG por vía intravenosa mostraron una reducción de hasta 100,000 veces en la carga bacteriana en los pulmones, con un 90% de los monos tratados sin inflamación pulmonar.
Para garantizar la seguridad del tratamiento intravenoso, los investigadores incorporaron un doble mecanismo de seguridad que provoca la autodestrucción de las partículas de BCG cuando se exponen al antibiótico doxiciclina o si se interrumpe su administración. Esto evita que los restos de microbacterias puedan generar una nueva infección, mejorando la seguridad en comparación con la vacunación BCG estándar.
En los ensayos realizados con monos macacos, la nueva vacuna BCG, que posee la capacidad de autodestruirse, indujo una respuesta inmunitaria más fuerte y una mejor protección contra la tuberculosis. Ocho semanas después de ser infectados con el virus de la tuberculosis, ninguno de los monos presentó inflamación pulmonar detectable. Además, seis de los ocho monos no mostraron rastros de tuberculosis viva, frente a solo dos de los ocho monos que recibieron la vacuna estándar.
A pesar de los desafíos adicionales para realizar pruebas clínicas en humanos, los investigadores son optimistas. Joanne Flynn, catedrática de microbiología y genética molecular en la Universidad de Pittsburgh, expresó: "Esperamos que esta cepa de BCG con este mecanismo de autodestrucción limite los problemas de seguridad que plantea la administración intravenosa de la vacuna BCG y ofrezca una vía de vacunación más segura y eficaz, especialmente para las personas inmunodeprimidas."