A pesar de la experiencia anual con fenómenos climáticos, conductas como la preparación de última hora, la curiosidad durante el evento y la confianza en información no verificada siguen poniendo en riesgo a la población. Expertos y autoridades insisten en que la prevención es la clave para evitar tragedias.
Cada temporada ciclónica, la historia se repite en República Dominicana. Aunque el país está acostumbrado a la amenaza de tormentas y huracanes, una serie de errores prevenibles continúan poniendo en peligro vidas y propiedades. Identificarlos y corregirlos puede transformar una experiencia de susto en un evento manejable.
1. La peligrosa cultura del 'último momento'
Es común ver largas filas en colmados y gasolineras cuando la tormenta ya es inminente. La preparación anticipada es crucial: diseñar un plan familiar, adquirir linternas, baterías, agua potable y medicamentos con días de antelación marca la diferencia entre la calma y el caos.
2. Subestimar la seguridad estructural
Techos sueltos y ventanas sin protección se convierten en proyectiles mortales con vientos fuertes. Revisar láminas de zinc, reforzar puertas y cubrir cristales con cinta adhesiva son medidas esenciales. Guardar objetos exteriores como macetas y antenas también previene accidentes.
3. Minimizar las alertas oficiales
La mentalidad de "aquí no pasa nada" ha demostrado ser fatal. Prestar atención a los boletines del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) es fundamental, especialmente para residentes en zonas inundables o cerca de ríos.
4. Exponerse innecesariamente
Motoconchistas, curiosos y quienes deciden "ver el río" desafían leyes físicas básicas. La recomendación es contundente: permanecer bajo techo hasta que las autoridades confirmen el cese del peligro. Las calles inundadas ocultan riesgos mortales.
5. Creer todo lo que circula en redes sociales
La desinformación se propaga rápidamente durante emergencias. Fuentes oficiales como el COE, Onamet y medios de comunicación verificados deben ser la referencia exclusiva para tomar decisiones.
6. Olvidar la protección eléctrica
Apagones y sobrecargas pueden dañar electrodomésticos y provocar incendios. Desconectar todos los aparatos y utilizar reguladores de voltaje protege tanto los equipos como a las personas.
7. Desafiar carreteras inundadas
Intentar cruzar calles anegadas es uno de los errores más letales. Un vehículo puede flotar en solo 30 centímetros de agua corriente. La prudencia exige detenerse y buscar refugio inmediato.
8. Descuidar documentación y salud
Tener un botiquín básico y copias de documentos importantes (cédulas, pólizas de seguro, recetas médicas) en bolsas herméticas facilita cualquier gestión posterior a la emergencia.
9. Excluir a las mascotas del plan familiar
Los animales domésticos también necesitan protección. Asegurarles un espacio seco, agua y alimento es una responsabilidad que refleja el verdadero cuidado familiar.
10. Bajar la guardia prematuramente
Cuando la tormenta amaina, surgen nuevos peligros: cables eléctricos caídos, estructuras debilitadas y pozos ocultos. La cautela debe mantenerse hasta que las autoridades confirmen la normalización.
Conciencia colectiva: la mejor protección
En un país donde los fenómenos climáticos son recurrentes, la preparación deja de ser opcional para convertirse en imperativo ciudadano. La diferencia entre la tragedia y la seguridad frecuentemente reside en gestos simples pero consistentes: planificar con tiempo, seguir recomendaciones oficiales y priorizar la protección sobre la curiosidad.
Al final, enfrentar una tormenta no se trata solo de resistir el viento y la lluvia, sino de actuar con conciencia, prudencia y solidaridad. La prevención, más que un concepto, es la herramienta más efectiva para salvar vidas.